lunes, 8 de agosto de 2011

Historia de un ciclista emigrante, con un padre de no se dónde...y yo no sé cuantas cosas más...

Me faltaban sesenta y un kilómetros y ciento setenta y dos metros para llegar a Santiago...
no tenía ninguna prisa por llegar...no tenía ná que hacer en tol día...más que andar, hacer fotos y tunear flechas...
Pasé por una especie de pequeño "bosque" y me secuestró un árbol caído...
¡que bonito me pareció!
EL ÁRBOL CAÍDO, parece el título de una gran obra...o de cine o de literatura...

Me acerqué y comprobé que era todo muy extraño...¿quien fue primero la gallina o el huevo?
No comprendía como debajo del árbol podían existir baldosas de suelo...aún no lo comprendo...
¿pusieron el suelo antes? no, porque si no el árbol no hubiese crecido...
¿se cayó el árbol y pusieron el suelo?...
...y si así fue ¿paqué?...
¿paqué ponen suelo debajo de un árbol?

Aquél espectáculo me sorprendió agradablemente, y como había una fuente y una mesa, decidí quedarme a escribir lo que la noche anterior no me había dado tiempo por el cansancio acumulado que ya tenía....

Solté mis cosas, rellené mi cantimplora de agua y me senté a escribir...

Bebí agua...¡que buena estaba! ...la mejor agua del mundo!!! que rica, y qué fresquita!!...había unos señores que llegaron con un aparato rarísimo y se pusieron a hacerle pruebas al agua y a los bichillos que por allí jugueteaban...
Estaba tan buena el agua que no pude evitar colocarle el cartelito a la fuente, pa que to el que pasara supiera que era la mejor agua que había probado en la vida...

Continué escribiendo y al rato llegó un señor (equipado, a la última, en bicicleta, con uniforme de ciclista, bici de carrera, casco, guantes...no le faltaba un peregil) y la entrada fue colosal:

Sin mediar más palabras me dice: SU MARIDO LE LLEVA COMO UNOS 8 KILÓMETROS DE VENTAJA...O QUIZÁS YA 10 PORQUE IBA A BUEN RITMO...

Me quedo perpleja y le digo: ¿Y Vd. como sabe que es mi marido?

Él: Porque Vd. es la de los papelitos ¿no?

¿cómo? , le dije aún más sorprendida

Y me contesta moviendo la cara señalándome con su cabeza hacia la fuente...

Si, yo soy la de los papelitos...pero ¿como sabe Vd. que es mi marido?.

Yo sabía positivamente que Antonio había sido incapaz de contarle a nadie lo de los papelitos (no se sentía precisamente orgulloso que todo el mundo preguntara por "los papelitos")

y para mayor asombro por mi parte, me contesta: me lo han contado tres peregrinas...

Inmediatamente supe quien eran las tres...eran Gema, Reyes y Rocío, las tres peregrinas que conocimos el primer dia de camino ¿pero qué le habían contado a este hombre para que hilara tan fino y acertara quien era mi marido?...en fin, ya en Caldas de Rey, en donde, casualmemte, compartimos piso con ellas ya me explicaron que este hombre habló un buen rato con ellas, se bajó de la bici y las acompañó andando unos kilómetros y le contaron las peripecias del camino, en algún momento Antonio les adelantó y ellas les dijeron que él era el marido de la de los papelitos...porque al parecer el hombre preguntó si ellas habían visto los papelitos y ellas no sólo le contaron que sí, sino que les explicaron que me conocían ...en fin... las charlas de los peregrinos...

Es Vd. famosa en el lugar, me dijo, todos los peregrinos con los que hablo me comentan algo sobre lo que pone Vd. en las flechas...sonreí y no volvimos a hablar sobre las flechas.

El ciclista era un señor mayor, calculo que rondaba los 70, unos 70 muy bien llevados, muy delgado y bajito, imagino que Contador será así cuando sea mayor, me contó que era hijo de emigrantes y que nació en Francia, en París, y que volvió a la tierra de su padres porque los españoles le gustan más que los gabachos...que son demasiado insociables...y mil cosas más sobre sus padres, su mujer, que era gallega....y un sinfín de cosas más sobre el camino, los peregrinos, las obras del camino, la carretera, el Obradoiro y el susumcordem ...
incontinencia verbal creo que tenía el chaval... pero con un conversación agradabilísima!!

Pasaron unas horas, exactamente 2 y cuarto, lo calculé por la llamada que recibí mientras escribía, y por la hora a la que me iba... pasé un rato tan agradable con este hombre que cuando me marchaba me sentí en la necesidad de dedicarle una flecha, y qué mejor flecha que la que estaba junto a la fuente, la que marcaba que me quedaban aún sesenta y pico de kilómetros para acabar el camino y la que nos había estado escuchando durante todo el rato.




"Puse una piedra por el señor de la bici: rezaré por vd. cuando llegue a Santiago. Gracias por la charla!"
Y seguí de nuevo las nuevo las flechas...y ahora eran distintas!! ya no eran amarillas, ni pintadas a mano, ahora eran negras y hechas por ordenador....

algo estaba pasando...había obras, y la empresa constructora había cambiado mis amadas flechas amarillas por éstas tan fúnebres...
...seguí adentrándome en el bosque....y allí pasaron cosas ¡preciosas!...
que ya contaré en otro momento (cuando encuentre las fotos)

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